El reportero gráfico mexicano de origen colombiano Rodrigo Moya (1934-2025) murió a los 91 años tras haber enfrentado una larga recuperación provocada por una cirugía.
Moya falleció el miércoles, en la calma del sueño, en su casa ubicada en el estado mexicano de Morelos, acompañado por su familia y su esposa, la diseñadora Susan Flaherty, quien lo acompañó en vida durante más de 43 años, informó el periódico mexicano La Jornada.
Un archivo fotográfico invaluable
El archivo de un talento que retrató con honestidad la cruda realidad social latinoamericana se extiende a más de 40.000 negativos, cuidadosamente preservados por él y su pareja como si se tratara de un tesoro, lo que en efecto es. En blanco y negro respiran imágenes históricas que han dejado huella.
Una de las más conocidas es la del ‘Che melancólico’, tomada en 1964 durante el aniversario del triunfo de la Revolución cubana en La Habana. Esa imagen, parte de una serie de 19 retratos, ha trascendido por décadas, mostrando a Ernesto ‘Che’ Guevara en una postura introspectiva, alejada del retrato clásico del guerrillero.
La política, la cultura y la conciencia social
La huella del Che fue determinante para Moya, quien más tarde reconocería que su asesinato en Bolivia lo llevó a abandonar el fotoperiodismo. En su texto Fotografía documental y fotorreportaje, confesó que su “ingenua pretensión de fotografiar las gestas guerrilleras se esfumó con la muerte del comandante”.
Otro de sus icónicos retratos fue el que le tomó en 1966 al escritor colombiano Gabriel García Márquez, poco antes de que se publicara Cien años de soledad. También fotografió a figuras como Diego Rivera y al presidente estadounidense John F. Kennedy.
Un cronista del continente
Moya documentó con su cámara momentos clave de la historia americana en las décadas de 1950 y 1960: las guerrillas en Venezuela y Guatemala, la Revolución cubana, la invasión estadounidense en República Dominicana y los movimientos sociales de 1968.
Tras abandonar el periodismo, fundó y dirigió por 22 años la revista Técnica Pesquera. Casi tres décadas después, ganó el Premio Nacional de Cuento del Inba con su obra Cuentos para leer junto al mar.
Legado de compromiso y verdad
Rodrigo Moya llegó a México con apenas dos años, se nacionalizó en 1955 y dejó la carrera de ingeniería en la UNAM para abrazar la fotografía.
Su hijo, Pablo Moya, expresó que desea que su padre sea recordado como un fotógrafo “comprometido con la verdad y la historia”.
- Instituciones como la Secretaría de Cultura, la UNAM, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), entre otras, lamentaron su pérdida y lo reconocieron como una figura clave del fotoperiodismo latinoamericano.