Hombre que mató a su pareja muere linchado por comunitarios en sector Los Cocos

Comunitarios encontraron a la mujer tirada en el piso y ensangrentada, lo que despertó la ira de la multitud que presuntamente linchó al hombre.

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Hombre que mató a su pareja muere linchado por comunitarios en sector Los Cocos

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REDACCIÓN.- Un caso que ilustra de manera trágica la persistencia de la violencia de género en comunidades vulnerables ha conmocionado al sector Los Cocos, donde un feminicidio desencadenó una serie de eventos que culminaron en lo que aparentemente fue un linchamiento por parte de residentes indignados por la brutalidad del crimen perpetrado contra una joven mujer.

La víctima fue identificada como Nesla Garzón, de apenas 19 años, una joven haitiana cuya vida fue brutalmente cercenada en lo que constituye otro caso más de violencia machista que afecta particularmente a mujeres en situación de vulnerabilidad. Según una nota policial oficial, la joven sufrió traumatismo contuso múltiple severo en cara y cráneo, lesiones que evidencian la saña y brutalidad con la que fue ejecutado el ataque.

El presunto responsable de este feminicidio fue identificado como Galbelto Morlan, de 22 años, también de nacionalidad haitiana, lo que sugiere que se trataba de una pareja o ex pareja dentro de la comunidad migrante. La diferencia de edad entre víctima y victimario, aunque no es significativa, coloca a la joven en una posición de particular vulnerabilidad considerando su corta edad y las dinámicas de poder que pueden existir en relaciones de pareja.

Los hechos se desarrollaron en un contexto que se encuentra bajo investigación policial, pero los elementos conocidos hasta el momento pintan un cuadro devastador. Una multitud de la barriada propinó distintos golpes al presunto feminicida, causándole la muerte, en lo que constituye un caso de justicia por mano propia que, aunque comprensible desde la perspectiva emocional de la comunidad, representa una problemática adicional en términos del estado de derecho.

La cronología de los eventos es crucial para comprender la secuencia trágica que se desarrolló. Este caso se encuentra bajo investigación, y los hechos ocurrieron en la noche del pasado sábado, aunque existe cierta inconsistencia en los reportes temporales que las autoridades deberán clarificar durante su investigación.

De acuerdo con la información más precisa disponible de la investigación, el suceso ocurrió pasadas las 12 de la medianoche de este domingo, en la calle Caonabo, específicamente en la parte baja del sector Los Cocos, una zona que como muchas comunidades urbanas marginales enfrenta desafíos socioeconómicos que pueden exacerbar tensiones y conflictos interpersonales.

El descubrimiento del crimen por parte de la comunidad fue el catalizador de la tragedia posterior. Varios comunitarios relataron que al llegar a la casa de las víctimas, la mujer estaba tirada en el piso y ensangrentada, una imagen que sin duda causó un impacto traumático en quienes la presenciaron y que despertó la ira de la turba que presuntamente linchó al hombre.

La reacción de la comunidad, aunque comprensible desde una perspectiva emocional, ilustra los peligros de la justicia por mano propia. La indignación colectiva ante un crimen tan brutal puede generar respuestas que, aunque motivadas por un sentido de justicia, terminan perpetuando el ciclo de violencia y socavando las instituciones del estado de derecho.

Los testimonios de residentes de la comunidad reflejan tanto la condena del feminicidio como una reflexión más profunda sobre las dinámicas de las relaciones de pareja y la violencia de género. "Ninguna mujer está obligada a estar con nadie, usted conoce a esa persona grande, usted no tiene que quitarle la vida a nadie, usted no se la dio, solamente Dios tiene derecho de quitarle la vida a cada quien, porque Dios es el que le da la vida a toda la persona", expresó un residente, articulando una perspectiva que combina principios de autonomía personal con convicciones religiosas.

Esta reflexión comunitaria continúa con un llamado a la razón y al diálogo como alternativas a la violencia. "Bueno, que si no pueden vivir, que se dejen, porque no pueden llegar a esos extremos, porque hablando con la gente se entiende, hay más hombres, hay más mujeres, que no pueden llegar a esos extremos de matarse uno al otro, donde hay más personas, más adelante hay gente, como dicen", expresó otro residente, promoviendo la separación pacífica como alternativa a la violencia letal.

El desenlace del presunto feminicida añade una dimensión adicional de tragedia al caso. El supuesto homicida fue conducido por un hermano al hospital Doctor Moscoso Puello, en lo que parece haber sido un intento desesperado de salvar su vida después del linchamiento. Sin embargo, según informó el centro médico, ya había fallecido al momento de su llegada, cerrando así cualquier posibilidad de que fuera procesado por el sistema de justicia formal.

La investigación policial ha logrado recolectar evidencia física importante del crimen original. La policía explicó que recolectó en el lugar del hecho como evidencia una maceta con mango amarillo utilizada en la agresión, un objeto que aparentemente fue el arma homicida utilizada para infligir las lesiones mortales a la joven Nesla. Esta evidencia será crucial para reconstruir exactamente cómo se desarrolló el ataque y confirmar la secuencia de eventos.

Las autoridades mantienen una postura profesional respecto a la complejidad del caso. El vocero policial indicó que se amplían las investigaciones sobre el caso para establecer con exactitud lo ocurrido, reconociendo que la situación involucra múltiples delitos: el feminicidio original y el posterior linchamiento, cada uno de los cuales requiere investigación separada y exhaustiva.

Este caso ilustra varios problemas sistémicos que afectan a las comunidades vulnerables. Primero, la persistencia de la violencia de género, particularmente el feminicidio, como una manifestación extrema del machismo y la violencia doméstica. Segundo, la falta de confianza en las instituciones de justicia que puede llevar a comunidades a tomar la justicia por sus propias manos.

La condición de migrantes haitianos de ambas víctimas añade una dimensión adicional de vulnerabilidad. Las comunidades migrantes a menudo enfrentan barreras adicionales para acceder a servicios de protección y justicia, lo que puede exacerbar situaciones de violencia doméstica y dificultar la búsqueda de ayuda por parte de las víctimas.

El caso también subraya la importancia de programas de prevención de violencia de género que trabajen específicamente con comunidades migrantes, considerando las barreras culturales, lingüísticas y legales que pueden enfrentar. La educación sobre derechos, recursos de apoyo y alternativas pacíficas para resolver conflictos de pareja son elementos esenciales para prevenir tragedias como esta.

La respuesta de la comunidad, aunque problemática en términos legales, refleja una indignación legítima ante la violencia de género y un sentido de solidaridad con la víctima. Canalizar esta energía comunitaria hacia mecanismos constructivos de prevención y apoyo podría ser más efectivo que depender únicamente de respuestas punitivas después de que ocurren las tragedias.

Para las autoridades, este caso presenta el desafío de investigar tanto el feminicidio original como el linchamiento posterior, mientras trabajan para fortalecer la confianza de la comunidad en las instituciones de justicia formal. La transparencia en la investigación y la comunicación efectiva con la comunidad serán esenciales para prevenir futuros episodios de justicia por mano propia.

La memoria de Nesla Garzón debe servir como recordatorio de la urgencia de abordar de manera integral la violencia de género, particularmente en comunidades vulnerables donde múltiples factores de riesgo pueden converger para crear situaciones de extrema peligrosidad para las mujeres.

Víctor Reyes

Víctor Reyes

Periodista, escritor y docente. Especializado en Comunicación Estratégica y Relaciones Públicas. Amante de los animales y la producción audiovisual.

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