Lo próximo que sabremos de Irán es que tiene la bomba

Hay quien necesita ver una explosión para entender una amenaza. Pero Irán, en su habitual cálculo de tiempos largos, no hará ruido hasta que pueda hacerlo con estruendo.

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Lo próximo que sabremos de Irán es que tiene la bomba

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Quien crea que Donald Trump y Benjamín Netanyahu desactivaron a Irán, que vayan bajando la euforia. La idea de que la llamada "Guerra de los 12 días" —en la que Israel, con apoyo de Estados Unidos, atacó instalaciones militares y nucleares iraníes— ha retrasado el programa atómico de Teherán por años, es más bien un acto de fe, no una conclusión basada en evidencias.

Yo no me lo creo. Lo próximo que sabremos —y lo digo con la certeza amarga de quien ha visto este guión antes— es que Irán tiene la bomba. Y la tendrá porque se ha preparado durante años, porque su aparato científico nunca dejó de trabajar y porque el régimen de los ayatolás no tiene intención alguna de detenerse. Esta guerra fugaz solo les ha dado un nuevo incentivo: el miedo a ser debilitados sin capacidad de respuesta. Y eso, en términos estratégicos, es motivo suficiente para acelerar su carrera nuclear.

Irán no es un partido fácil.

Es una nación con recursos, con influencia regional —aunque golpeada— y con un gobierno que aplasta toda disidencia interna para alcanzar sus metas externas. Cuando se propone algo, lo logra, porque su lógica no es democrática ni consultiva: es impositiva. No hay oposición real que les frene un plan, ni contrapesos que les impidan priorizar la inversión militar por encima de cualquier otra necesidad.

Los drones pueden haber sido derribados, las fábricas de misiles impactadas, las redes en Líbano, Gaza y Yemen desarticuladas temporalmente. Pero eso no significa que Irán esté acabado. Más bien, hay que sospechar que está en silencio, rearmando su ajedrez regional, mientras juega a la víctima.

Que se diga que su programa fue destruido es parte del juego. ¿Acaso no es sospechoso que, justo después del ataque, el Parlamento iraní votara a favor de suspender la cooperación con el organismo de supervisión nuclear de la ONU? ¿Eso es lo que hace un país que quiere calmar al mundo?

Hay quien necesita ver una explosión para entender una amenaza. Pero Irán, en su habitual cálculo de tiempos largos, no hará ruido hasta que pueda hacerlo con estruendo. Y cuando lo haga, será para anunciar que tiene lo que durante décadas negó: su propia bomba atómica.

Recuerden la Alemania de después de la Primera Guerra Mundial, que cuando la creían aplastada, se alzó y por poco conquista el mundo.

Tiempo al tiempo. O mejor dicho: el tiempo ya está corriendo.

Benjamín Morales M.

Benjamín Morales M.

Periodista puertorriqueño con amplia experiencia en la cobertura de temas caribeños, internacionales y de periodismo digital. 

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