Vivas donde vivas, tu amor por RD no se mide en kilómetros.
Santo Domingo.- Vivir en el extranjero no significa dejar de ser dominicana; al contrario, muchas veces la distancia hace que el orgullo y la conexión con nuestras raíces se intensifiquen.
Entre adaptarse a una nueva cultura y mantener vivas las tradiciones, hay gestos y costumbres que delatan que llevas a la República Dominicana en el corazón, aunque tu dirección haya cambiado.
Aquí te dejamos 10 señales inconfundibles de que eres una dominicana que vive fuera… y lo hace con orgullo:
No importa si la cocina es pequeña o si el supermercado de tu barrio no vende cilantro ancho: tu pote de sazón está ahí, listo para cualquier antojo de la cocina criolla.
Las trajiste en la maleta o te las mandó tu mamá en un paquete. No es solo por practicidad, es un pedacito de RD que te acompaña en cada compra.
En reuniones familiares o con amistades, tú eres la encargada de preparar el mangú. Nadie más logra el punto perfecto de suavidad… y siempre acompañado de queso frito, salami y huevo.
Una canción de Juan Luis Guerra o Romeo Santos basta para transportarte a casa. A veces son lágrimas de nostalgia, otras de puro orgullo.
Sea para renovar el pasaporte o inscribir a tus hijos, ahí estás, en la fila, con tu vasito de café como si fuera una mañana cualquiera en Santo Domingo.
Aunque duela en el bolsillo, no puedes resistirte a ese aguacate que te recuerda las tardes de comida en familia.
Sabes perfectamente a qué hora sale y llega el vuelo directo a Santo Domingo, porque lo has tomado más de una vez… o lo sueñas constantemente.
No importa el objeto: si tiene la bandera o el escudo, lo llevas con orgullo como recordatorio de quién eres y de dónde vienes.
Intentas describir esa sopa espesa y sabrosa a tus amigas extranjeras… y aunque no siempre logras que lo imaginen, para ti es un símbolo de casa.
Vivas donde vivas, tu amor por la República Dominicana no se mide en kilómetros. Es una parte de ti que llevas siempre, como una bandera invisible.