El director británico se lanzó en contra de las secuelas por no igualar la frescura y calidad de sus predecesoras.
Christopher Nolan, reconocido por su estilo innovador y su resistencia a fórmulas repetitivas, ha dejado clara su postura frente a las secuelas, en especial las terceras entregas de sagas cinematográficas. En una conversación con el escritor Tom Shone, recogida por Indie Hoy, el cineasta británico aseguró: “Básicamente, no hay buenas terceras partes”.
Para Nolan, películas como Memento, Interestelar y su propia trilogía de Batman demuestran que la originalidad y el riesgo creativo deben estar por encima de la simple continuidad comercial. Según explicó, las terceras entregas suelen sufrir desgaste narrativo y rara vez conservan la frescura de las primeras películas.
Sin embargo, hace una excepción: Rocky III. A su juicio, la cinta protagonizada por Sylvester Stallone logró reinventarse al aportar un nuevo tono, renovar el contexto y darle un giro al personaje principal, evitando caer en los vicios típicos de las secuelas.
El director, en cambio, excluye de su lista de excepciones a títulos que la crítica y el público suelen considerar grandes terceras partes:
Aunque reconoce sus méritos, considera que no alcanzan la innovación necesaria para superar a sus predecesoras.
En cuanto a su propia experiencia con Batman, Nolan afirma que concibió cada película como una propuesta distinta.
La primera, una historia de origen; la segunda, un drama criminal con influencias de Heat; y la tercera, El caballero de la noche: La leyenda renace (2012), como una épica histórica y de catástrofe, combinando la escala de Doctor Zhivago con la tensión de Infierno en la torre.
Consideraciones de Nolan para Batman
Batman, películas de Nolan.
Su visión contrasta con la tendencia actual de Hollywood a prolongar franquicias para maximizar beneficios.
Para Nolan, el verdadero reto es evitar la repetición y atreverse a transformar los géneros. Su admiración por Rocky III refleja ese principio: valorar las obras que, incluso en un terreno saturado, se reinventan y dejan huella en la historia del cine.