La reconstrucción de Mariúpol, bajo control de Rusia

Su frase es repetida por el gobierno ruso que controla la ciudad desde 2022.

UCRANIA.– "¡Dénse un chapuzón en el mar de Azov!", dice Iván. En una playa de Mariúpol, en el este ucraniano controlado por Rusia, se busca olvidar las circunstancias de una ciudad devastada que el gobierno ruso quiere convertir en estación balnearia.

Ivan, padre de familia de 52 años que prefiere identificarse con seudónimo y afirma ser originario de la ciudad, vino para disfrutar del mar de Azov y no duda en decir en la playa repleta que "Mariúpol fue, es y será rusa".

Su frase es repetida por el gobierno ruso que controla la ciudad desde 2022. Una conquista lograda tras un asedio que causó 22,000 muertos civiles, según las anteriores autoridades municipales ucranianas, hoy desplazadas de Mariúpol, donde 90% de los edificios residenciales resultaron dañados o destruidos.

Esa batalla despobló en gran parte la ciudad que tenía más de 540,000 habitantes, de los cuales huyeron más de 300,000, según Ucrania.

En la primavera de 2022, el presidente ruso, Vladímir Putin, celebró la "liberación" de esta ciudad tradicionalmente rusohablante, mientras que Kiev denunció una "ocupación", al igual que la mayoría de la comunidad internacional.

La resistencia de las fuerzas ucranianas en Mariúpol se convirtió en símbolo y los combatientes que la defendieron son considerados héroes.

Mientras tanto, las hormigoneras rusas enviadas para reconstruir Mariúpol trabajan a todo vapor. Camiones cargados de bloques de hormigón comparten carreteras con vehículos militares rusos que se dirigen o regresan del frente, a dos horas de viaje.

Rusia prometió reconstruir Mariúpol con la expectativa de convertir a la ciudad portuaria en una vitrina de su capacidad de hacer prosperar a las regiones ucranianas bajo su control.

- Propaganda a gran escala -

Denis Kochubei, vicealcalde ucraniano de Mariúpol en el exilio, afirma que esa reconstrucción es "un proyecto de propaganda a gran escala" que apunta a "borrar" la memoria de la destrucción y mostrar que los rusos "aportan desarrollo".

A la entrada de la ciudad, detrás del esqueleto de la devastada siderúrgica de Azovstal, otrora símbolo de Mariúpol, se levantan bloques de edificios construidos por Moscú.

En uno de ellos vive Galina Giller, una jubilada que ocupa gratuitamente un departamento de dos habitaciones otorgado por las nuevas autoridades.

Me escribieron que obtendría el departamento sin ninguna condición. Nos dieron las llaves, vinimos a verlo y pedí los muebles", cuenta la viuda de 67 años.

Huyó de los combates en 2022 hacia Donetsk, más al norte, y luego hacia Crimea, región ucraniana anexada por Rusia en 2014, y afirma seguir de cerca la evolución del conflicto.

Como todos los habitantes entrevistados por AFP, Giller, de origen "cosaco y griego”, tiene el ruso como lengua materna. Y aunque conserva la nacionalidad ucraniana, recientemente recibió un pasaporte ruso.

Moscú emitió 3,5 millones de pasaportes a los habitantes de las regiones bajo su control en el este de Ucrania. Un método "ilegal", según Kiev, que considera esta medida una violación de su soberanía.

En las regiones ucranianas bajo control de Moscú, poseer la nacionalidad rusa facilita los trámites administrativos, en particular para obtener ayudas sociales o evitar ser expropiado por las nuevas autoridades.

Un decreto de Putin, publicado en marzo, obliga a los ucranianos que viven en territorios bajo control ruso en Ucrania a "regularizar su estatus legal" antes de septiembre de 2025.

Eso implica adquirir la nacionalidad rusa o registrarse como extranjeros residentes en Rusia.

En Mariúpol el rublo es rey. El prefijo telefónico y las matrículas de los coches siguen el modelo ruso.

En un parque donde ondean banderas rusas, retratos de soldados rusos caídos durante el asedio rinden homenaje a los "héroes de nuestro tiempo", en referencia a la novela homónima del escritor ruso Mijaíl Lérmontov.

"Yo no veo ninguna ocupación. "Puedo circular libremente por territorio ruso", asegura Renald, de 33 años, que lleva una camiseta con el logo de Wagner, el grupo de mercenarios rusos más famoso, que participó en los combates en el este de Ucrania pero que hoy está desmantelado.

Como la mayoría de los habitantes dispuestos a hablar con un medio extranjero, Renald no quiere dar su apellido.