Salud mental en crisis: revelando las carencias del sistema y sus consecuencias humanas
Una mirada integral a la falta de presupuesto, recursos y cobertura que agrava un problema de salud pública en República Dominicana
Actualizado: 11 de Agosto, 2025, 09:31 PM
Publicado: 11 de Agosto, 2025, 10:00 PM
Santo Domingo-.– Basado en el reportaje de esta noche del Informe con Alicia Ortega, la salud mental en el país enfrenta una crisis estructural: presupuesto insuficiente, escasez de personal y servicios limitados colocan a millones en situación de vulnerabilidad.
Expertos advierten que la violencia asociada a trastornos mentales graves continúa dejando víctimas, y la carga recae principalmente en las familias. Este reportaje reconstruye la realidad desde las cifras, voces clínicas y ejemplos concretos que revelan la magnitud del problema.
El escenario actual y su contexto
Con un presupuesto muy por debajo de lo recomendado por la OMS, la salud mental recibe apenas un 1.3% del presupuesto de salud. Este gasto contrasta con el 5% recomendado por la OMS y alimenta un déficit crónico en recursos y atención.
Para la capacidad recomendada, los hospitales funcionan con camas insuficientes para pacientes con trastornos mentales; la atención especializada es escasa y miles de personas viven sin diagnóstico ni tratamiento.
Cada cifra encierra un drama humano. Además, la asistencia en salud mental no cubre todo el territorio nacional, ya que hay regiones con muy poca presencia de especialistas y servicios, lo que agrava retrasos en diagnóstico y tratamiento oportuno.
La Oficina Panamericana de la Salud señala que apenas hay un psiquiatra por cada 100,000 habitantes, con concentración en el Distrito Nacional. Así lo confirma Ángel Almánzar, psiquiatra y exdirector de Salud Mental: "No contamos con suficiente personal para atender los trastornos psiquiátricos", con menos de una cama psiquiátrica por 100,000 habitantes.
La demanda de atención supera la capacidad del sistema público; hay largas esperas y costos elevados para atención privada. Además de psiquiatras, se requieren más enfermeros, trabajadores sociales y médicos de familia para cubrir la demanda.
Una cita dice: ´´La demanda actual del país no está recompensada ni con los suficientes psiquiatras, ni con los suficientes enfermeros y enfermeras, ni con siquiera los médicos familiares que pudieran colaborar´´.
El estigma, el costo y la cobertura
El estigma y la discriminación dificultan la vida de las personas con condiciones mentales y obstaculizan su acceso a tratamiento, incluso cuando existe cobertura en el papel.
La cobertura de seguros y acceso a medicamentos es un problema muy presente. Las ARS (seguradoras) y Senasa se mencionan como factores que limitan el acceso a servicios y medicamentos para salud mental, incrementando las barreras para pacientes y familias.
El reportaje contextualiza casos de alto perfil que resaltan la necesidad de intervención y coordinación entre sectores, justicia y salud para evitar tragedias y mejorar la calidad de vida.
La violencia y el daño humano
Los trastornos graves no diagnosticados o no tratados pueden derivar en conductas de alto riesgo para el individuo y su entorno, y la detección temprana en el seno familiar y comunitario puede marcar la diferencia entre una crisis y una intervención oportuna.
Se resalta la necesidad de una mayor capacitación para identificar cuadros clínicos en contextos de violencia o crisis, para evitar respuestas improvisadas o punitivas.
Casos y ejemplos humanos
Casos como el de Jean Andrés Pumarol se mencionan, que son casos que han puesto a prueba el sistema, subrayando la necesidad de protección, diagnóstico y tratamiento oportuno. Se pueden incorporar breves perfiles de familias afectadas para humanizar las cifras y mostrar el impacto real en comunidades.
El informe aboga por un plan nacional con liderazgo claro, mayor presupuesto y recursos humanos, así como una atención más descentralizada y comunitaria.
Se enfatiza la necesidad de hospitales de día, viviendas tuteladas, centros de salud mental comunitarios y supervisión de todo el esquema, para garantizar atención en el primer nivel de atención, y el tema demanda una acción sostenida desde arriba hacia abajo, con compromiso institucional y participación social para cambiar la realidad.
En conclusión, la salud mental en República Dominicana enfrenta desafíos serios de presupuesto, cobertura y personal. Sin un plan claro y una inversión adecuada, las tragedias pueden seguir apareciendo en titulares antes de que exista una respuesta efectiva.
Se invita a lectores y autoridades a exigir y respaldar políticas públicas que prioricen la salud mental, con inversión, capacitación y atención cercana a la comunidad.
