Dos minutos: Calidad democrática

República Dominicana.– La Conciencia Democrática es clave para que los ciudadanos demanden el fortalecimiento institucional del país, que es parte esencial de la calidad de vida de las personas.

La democracia no es un ideal acabado ni una meta alcanzable, es en el mejor de los casos una construcción permanente, siempre inacabada, que avanza o retrocede según el pulso de la institucionalidad. Desde la Atenas clásica, donde nació la idea de gobierno ciudadano, hasta hoy ninguna sociedad logra una democracia perfecta.

Lo que existen son grados, democracias más o menos sólidas, más o menos confiables. Y las grandes potencias que alguna vez creíamos paradigmas, hoy exhiben grietas profundas, pies de barro en su institucionalidad. Nosotros no escapamos a esa condición.

La captura del poder político sobre órganos esenciales del Estado no es novedad, es un hábito. Forma parte de nuestra cultura de cuotas, donde el poder se distribuye no para el bien común, sino para el control.

Por eso, cada vez que un ciudadano se indigna ante el deterioro institucional, conviene recordarle que esa indignación debe transformarse en conciencia crítica.

Porque sin instituciones firmes, todo avance es una ilusión que se desvanece en el próximo ciclo de poder. Y a los políticos, al menos habría que exigirles un mínimo de pudor institucional, que guarden las formas si ya no pueden o no quieren preservar el fondo.

Que no degraden la liturgia democrática hasta el punto de volverla una parodia de sí misma. Porque incluso las formas, cuando son sostenidas con respeto, pueden contener la esperanza de que algún día el contenido vuelva a ser digno de ellas. Hasta la próxima.