Un 25 % de niños y adolescentes de Panamá viven en áreas de alta vulnerabilidad climática

Un estudio revela que 1 de cada 4 niños en Panamá vive en zonas de alta vulnerabilidad climática.

Ciudad de Panamá.- Uno de cada cuatro niños, niñas y adolescentes en Panamá vive en zonas de alta o muy alta vulnerabilidad climática, reveló un informe elaborado por Unicef y el Gobierno panameño, que plantea estrategias de mitigación y adaptación para evitar que la triple crisis climática, ambiental y energética siga afectando de manera desproporcionada a esta población.

Se trata del estudio 'Impacto de la crisis climática, ambiental y energética en el desarrollo y bienestar de las niñas, niños y adolescentes en Panamá', presentado este martes por representantes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia o Unicef y del Ministerio de Ambiente panameño.

Los desafíos que supone este contexto se ven agravados por la desigualdad en Panamá, lo que aumenta la vulnerabilidad de la niñez frente a estas crisis, alerta el documento.

Panamá es altamente vulnerable a los desastres hidrometeorológicos -es el decimocuarto país más afectado en todo el mundo- y las inundaciones y sequías afectan desproporcionadamente a los niños, especialmente a aquellos en situación de pobreza o en comarcas indígenas, explica el informe.

La triple crisis que afecta a Panamá

El estudio señala que Panamá se ve afectado por una triple crisis: climática, ambiental y energética, cuyos efectos interactúan y amplifican sus impactos en la población, especialmente en la niñez.

La crisis climática se evidencia en el aumento de la temperatura en 0,23 grados celsius desde 1971, lo que ha intensificado las olas de calor; en la alteración del régimen de lluvias (las inundaciones y las sequías suponen el 93 % de los desastres en Panamá). 

La crisis ambiental incluye el aumento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en un 113 % en las últimas dos décadas; la contaminación del aire (por la actividad de los sectores energético y agrícola), del recurso hídrico, y la gestión deficiente de los residuos sólidos en Panamá. 

La crisis energética se manifiesta en la falta de acceso a la electricidad, que afecta al 10 % de los hogares con niños, y en la inestabilidad del suministro eléctrico alimentado por fenómenos meteorológicos extremos que aumentan la demanda de energía y reducen la capacidad de generación, lo que provoca un alza en los precios del servicio.

El efecto en la niñez y adolescencia

Algunos efectos de la crisis climática en los niños y adolescentes son el aumento del riesgo de deshidratación y de enfermedades como el asma debido a las olas de calor, afectaciones a la seguridad nutricional, hídrica y a la educación por las sequías y la inundaciones, estas últimas cada vez más frecuentes en las zonas costeras.

El estudio destaca que "el incremento del nivel del mar es una de las amenazas climáticas más urgentes, afectando a cerca de un millón de personas", pues ha intensificado, entre otros, la salinización de las fuentes de agua potable, lo que aumenta el riesgo de enfermedades como la diarrea y el cólera.

La contaminación del aire consecuencia de la crisis ambiental repercute directamente en la salud infantil al incrementar enfermedades respiratorias, mientras que la contaminación del agua o su acceso desigual (23 % de la niñez no tiene acceso a gestión segura del agua) favorece enfermedades gastrointestinales y vectoriales como la malaria y el dengue.

Propuestas de acción

El estudio habla de integrar los derechos de la infancia en las políticas de adaptación y mitigación, proponiendo el enfoque NARES (Naturales, Adaptativas, Respetuosas, Evolutivas y Sostenibles) para garantizar un futuro sostenible para la niñez.

También incorporar criterios de riesgo climático en los planes de ordenamiento; promover legislación que priorice a la niñez en la respuesta a la triple crisis, y asegurar que la acción climática tome en cuenta los derechos de la niñez, habilitando espacios de participación activa de estos.

Además, promover soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de cuencas y conservación de manglares, para reducir el impacto en la niñez.