Creadores digitales con propósito

La economía digital no es un concepto técnico reservado a expertos; es la fuerza invisible que está reescribiendo cómo vivimos, trabajamos y soñamos.

Los ejemplos internacionales lo confirman. Jimmy Donaldson, conocido como MrBeast, con 638 millones de seguidores combinados en distintas redes sociales, ha construido un imperio de más de 435 millones de suscriptores y un valor cercano a los 5 mil millones de dólares, gracias a su capacidad de generar viralidad e integrar la filantropía en el corazón de su marca.

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Creadores digitales con propósito

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Santo Domingo.– Por Víctor Bautista

La economía digital no es un concepto técnico reservado a expertos; es la fuerza invisible que está reescribiendo cómo vivimos, trabajamos y soñamos.

En medio de esta transformación, surge una generación audaz: los creadores de contenido, que han convertido la creatividad en industria global, capaz de mover audiencias millonarias y desafiar los modelos tradicionales de poder económico y cultural.

Este nuevo ecosistema se basa en tecnologías como internet, inteligencia artificial, big data o blockchain, pero su verdadero motor no son los algoritmos, sino la capacidad humana de conectar, emocionar y movilizar a escala planetaria.

Medir la economía digital no es fácil. La OCDE advierte que no existe un "núcleo digital" definido y el Banco Mundial reconoce su importancia como motor de crecimiento, pero evita fijar una cifra universal.

Sin embargo, fuentes como IDC, Forrester e ITP.net estiman que representa entre el 15% y 20% del PIB mundial —unos 15 a 20 billones de dólares— y que crecerá entre 15% y 18% anual hasta 2030.

Este dinamismo explica que el comercio electrónico haya superado los 6.4 billones de dólares en 2024 y que la economía de los creadores de contenido, impulsada por plataformas como YouTube, TikTok o Patreon, alcance ya los 250 mil millones de dólares -según estimaciones de Goldman Sachs- y reúna a más de cincuenta millones de protagonistas en todo el planeta.

En este escenario emergen los emprendedores digitales, algunos con infraestructuras complejas y costosas. Otros con apenas un dispositivo y una idea, para atraer audiencias globales. Su modelo de negocio es múltiple y flexible: publicidad, patrocinios, membresías, ventas directas.

Sin embargo, por encima de la monetización y del frenesí por las interacciones, se impone una cuestión esencial, que es el propósito. Sin una brújula clara, los creadores quedan expuestos a la volatilidad de las tendencias y al descrédito que provoca el vacío de sentido.

En cambio, cuando logran anclar su trabajo en un propósito auténtico, pueden superar la superficialidad de los números.

Los ejemplos internacionales lo confirman. Jimmy Donaldson, conocido como MrBeast,  con 638 millones de seguidores combinados en distintas redes sociales, ha construido un imperio de más de 435 millones de suscriptores y un valor cercano a los 5 mil millones de dólares, gracias a su capacidad de generar viralidad e integrar la filantropía en el corazón de su marca. 

Con Beast Philanthropy ha donado más de 300 millones de dólares en ayuda, mientras que negocios como Feastables, de snacks saludables, promueve prácticas justas en la industria chocolatera. Algo similar ocurre con Mark Rober, 71.2 millones de suscriptores en YouTube, quien combina creatividad y espectáculo científico para financiar proyectos ambientales y educar a millones de jóvenes.

En Latinoamérica, los creadores de contenido con propósito también están redefiniendo la economía digital al combinar viralidad con impacto social en áreas como equidad de género, sostenibilidad y salud mental. Figuras como Yuya, Germán Garmendia, Luisa Fernanda W, Lele Pons y El Rubius muestran que el entretenimiento puede ser vehículo de transformación.

En la República Dominicana, Santiago Matías, alias Alofoke, reina como el máximo creador de contenido digital, liderando un imperio mediático con Alofoke Media Group que abarca radio, portal multimedia de noticias, YouTube, otras redes y realities como La Casa de Alofoke, con más de un millón de vistas diarias en 2025. 

Sin embargo, más que un creador tradicional, Matías es un magnate digital cuyos propósitos parecen múltiples con un carácter difuso y a menudo eclipsados por las controversias que alimentan su viralidad. El reciente anuncio de ofrecer talleres de formación para emprendedores, en alianza con Youtube, podría ser una bandera definida de impacto social.

Creadores de menor influencia

Creadores de menor influencia como Yarissa Durán se enfocan en autoestima y educación financiera para mujeres jóvenes, financiando becas para 1,000 estudiantes; Keiris Guzmán promueve diversidad cultural y salud mental en la diáspora dominicana; y Miketoks aboga por derechos LGBTQ+ y migración, colaborando con ONGs para combatir la discriminación. 

Estos creadores, con temáticas claras y un impacto social definido, priorizan el propósito sobre el sensacionalismo, aunque no alcanzan la escala de Alofoke. Pero demuestran que el propósito, cuando se convierte en estrategia y no en simple retórica, atrae audiencias leales, inversionistas y legitimidad social. 

La idea está respaldada por la evidencia: Approaching the Future 2025, de Corporate Excellence, muestra que el 78% de las empresas considera el propósito una ventaja competitiva y una palanca de transformación, y que el 62% identifica la gestión de riesgos reputacionales como prioridad en un entorno volátil                                                                                    

  1. Los hallazgos se refieren a corporaciones, pero pueden extrapolarse a los creadores de contenido digital. Como las empresas, ellos gestionan intangibles tan frágiles como la confianza, la credibilidad y la reputación. Y, de forma similar, cuando integran un propósito genuino en su estrategia, pueden aumentar hasta en 45% su reputación, lo que se traduce en fidelidad, resiliencia y crecimiento sostenible.

Para los emprendedores digitales dominicanos, insertos en un mercado con gran potencial creativo pero también con fuertes limitaciones estructurales, la enseñanza es clara: la tentación de perseguir la viralidad por sí misma y los ingresos rápidos es grande, pero puede conducir a la obsolescencia y al desgaste de la confianza. La economía digital no premia solo a quienes generan ruido. También valora la relevancia sostenida en el tiempo.



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