El arte dominicano está de luto tras la pérdida reciente de tres grandes figuras

René Fortunato fue un exitoso cineasta dominicano nacido en Santo Domingo el 1 de febrero de 1958. Se convirtió en uno de los documentalistas más influyentes del Caribe por su capacidad de retratar, con rigor histórico y sensibilidad crítica, los episodios fundamentales de la historia contemporánea dominicana.

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El arte dominicano está de luto tras la pérdida reciente de tres grandes figuras

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REDACCIÓN.– REDACCIÓN. - La República Dominicana vive una semana de luto para su historia artística. En menos de una semana, tres grandes figuras fallecieron dejando de luto al mundo del del arte dominicano.

La madrugada del viernes 18 de julio se confirmó la muerte de René Fortunato, considerado uno de los más grandes cronistas visuales de la República Dominicana. Ese mismo día, pero más temprano falleció Cristian Tiburcio, artista plástico, ceramista, escultor y pintor oriundo de Bonao, y 16 de julio murió el pintor José Cestero, maestro de la pintura y un exponente fundamental del arte moderno.

René Fortunato: el cineasta que transformó la historia en cine

René Fortunato fue un exitoso cineasta dominicano nacido en Santo Domingo el 1 de febrero de 1958. Se convirtió en uno de los documentalistas más influyentes del Caribe por su capacidad de retratar, con rigor histórico y sensibilidad crítica, los episodios fundamentales de la historia contemporánea dominicana.

Desde muy joven mostró inquietud por el cine. A los 16 años ya participaba en actividades cinematográficas, y para 1977 ingresó a la Productora Fílmica Dominicana como responsable del departamento de sonido. Su voz también se sintió en el periodismo cultural, escribiendo sobre cine en el Listín Diario y La Noticia.

Su carrera en televisión lo llevó a trabajar en distintas plantas televisoras del país, y entre 1982 y 1985 cursó estudios formales de cine en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

En 1985 dirigió su primer documental, Tras las huellas de Palau, dedicado al primer cineasta dominicano, Francisco Arturo Palau. Dos años más tarde presentó Frank Almánzar: Imágenes de un artista y en 1988 alcanzó gran notoriedad con Abril: La trinchera del honor, un largometraje documental considerado uno de los dos mejores del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Sus producciones más destacadas incluyen:

Trujillo: El poder del jefe (I, II y III)

Balaguer: La herencia del tirano

La violencia del poder

Bosch: Presidente en la frontera imperial

El Triunfo de la Democracia (su última obra)

A lo largo de su carrera fue reconocido con múltiples galardones, como el Premio Pitirre al mejor documental del Caribe (1990), y el Premio a la Excelencia Profesional otorgado por el Poder Ejecutivo en el año 2000.

Su cine, proyectado en festivales internacionales y aulas locales, ha servido como material didáctico y de reflexión histórica para generaciones enteras.

Cristian Tiburcio: el artista que vivía dentro de su obra

La partida de Cristian Tiburcio, oriundo de Bonao, se conoció también el 18 de julio. Fue un artista plástico, ceramista, escultor y pintor que transformó el concepto de habitar: su casa, convertida en un museo viviente, era testimonio físico de su genio y su entrega.

La Casa Museo Tiburcio es una obra de arte total. Desde los techos hasta los lavamanos, todo en su hogar fue intervenido por él. Las paredes cuentan historias en mosaico, las escaleras están vivas de color, y cada rincón transmite identidad y fantasía dominicana.

Nacido en 1968, Cristian se dedicó de lleno a su vocación artística. Nunca necesitó separarse del arte, porque lo respiraba a diario. Su estilo era único, inconfundible: una mezcla de lo folklórico con lo onírico, lo cotidiano con lo eterno.

Más allá de su obra, quienes lo conocieron destacan su generosidad, su humildad y su capacidad de inspirar a jóvenes artistas de la provincia y de todo el país. Fue un embajador natural de Bonao y un símbolo de que el arte también se puede vivir en comunidad.

Su legado trasciende generaciones. La Casa Museo quedará como un altar a su talento y una puerta abierta al arte dominicano más auténtico.

José Cestero: el maestro moderno

El primero en partir fue el maestro José Cestero, el pasado 16 de julio. A sus 88 años, dejó atrás una carrera marcada por la experimentación, la rebeldía estética y la coherencia artística.

Nacido en 1937 en Santo Domingo, Cestero se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes en los años 50, y más adelante perfeccionó su técnica en la ciudad de Nueva York. Esta experiencia internacional fue decisiva en el desarrollo de su estilo expresionista, de fuerte intensidad cromática y simbolismo.

Artista pintando cuadro en estudio.
Maestro José Cestero

Fue uno de los fundadores del colectivo Arte y Liberación, junto a figuras como Ada Balcácer, Silvano Lora e Iván Tovar, desde donde impulsó una renovación estética en la plástica dominicana.

Cestero llevó su obra a París, Madrid, Buenos Aires, Nueva York y otras ciudades del mundo. Participó en bienales y ferias internacionales con una propuesta visual que oscilaba entre lo urbano, lo espiritual y lo metafísico.

En 2015, el Estado dominicano le otorgó el Premio Nacional de Artes Plásticas, como reconocimiento a su extensa trayectoria y su influencia en generaciones de artistas visuales.

Su muerte representa no solo la pérdida de un gran pintor, sino la partida de un pensador del arte. Su obra seguirá viva en los museos, en las colecciones privadas y en el espíritu de quienes entienden el arte como un acto de libertad.

Dianelys Díaz

Dianelys Díaz

Periodista egresada de la UASD. Experiencia en redacción para medios digitales, manejo de redes sociales y creación de contenido.

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