El futuro incierto de las casas de Trujillo, un patrimonio con un pasado oscuro
Historiadores y ciudadanos están divididos: algunos ven valor en conservar las propiedades como recordatorio para evitar repetir errores, mientras otros propugnan por su demolición por glorificar al dictador.
Actualizado: 30 de Julio, 2025, 01:21 AM
Publicado: 23 de Julio, 2025, 01:10 AM
San Cristóbal.- Las propiedades de Trujillo, confiscadas tras su muerte en 1961, están hoy en el centro de una controversia: ¿preservarlas como advertencia histórica o demolerlas como símbolo de su poder opresor?
A 64 años de su muerte, las propiedades del dictador Rafael Leónidas Trujillo siguen generando debate entre quienes defienden su conservación como parte de la memoria histórica y quienes creen que sus cicatrices deben desaparecer por representar al tirano.
“La casa está en muy mal estado y realmente no vale la pena recuperarla, porque sería, en cierto sentido, hablar bien de Trujillo. No hay museo de Hitler en Alemania. No hay museo de Franco en España. No hay museo de Pérez Jiménez en Venezuela. Ni de Somoza en Nicaragua. Es decir, no son personas museables, digámoslo así.”, dijo el historiador Bernardo Vega.
“El pasado y la muerte son inapelables. La historia no es la que yo quiero que sea la historia. La historia es la que sucedió. La historia tiene un rigor científico. Yo no puedo borrar a Trujillo porque es una dictadura. No lo podemos borrar. Tú puedes hacer transmigrar esos inmuebles a cosas positivas.”, expone Yamal Nasser Michelen.
“Hay un museo del Holocausto, por ejemplo. ¿Fue bueno el Holocausto? No. Fue un crimen. Sin embargo, existe un museo. Hay museo de la esclavitud.”, agregó
Para el historiador Juan Daniel Balcácer, se deben conservar:“En realidad, esas estructuras, esos inmuebles deberían ser restaurados para fines de un uso que sea útil y beneficioso para el Estado dominicano, sin omitir lo que ahí existió. Para que las jóvenes generaciones entiendan cuál fue el pasado y por qué no deben repetirse experiencias tan traumáticas como esa.”
“No se puede rehuir a la realidad histórica. La historia hay que contarla con su crudeza, con su verdad, con su realidad. Y yo creo que los museos están para eso. Los museos recrean los momentos de gloria, pero también los momentos de dificultades.”, dijo Wilson Gómez, director del Instituto Duartiano.
El presidente Luis Abinader propuso convertir la Casa de Caoba en museo como parte de una ruta histórica junto a la de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. Pero la idea no convence a muchos.
“Para no olvidar, no hay que honrar el espacio privado de un dictador.” Para la directora del Museo de la Resistencia, Luisa de Peña Díaz, este espacio es un símbolo de la dictadura y del dominio del tirano, sin valor patrimonial ni histórico.
Expresó: “Las casas de los dictadores no se convierten en museos. No tiene valor histórico, porque las aventuras criminales de violencia sexual de Trujillo no tienen ninguna trascendencia histórica. La Casa de la Caoba debería demolerse y ahí construirse un centro de investigación o de estudios sobre cultura democrática.”
“La historia no se puede borrar. Destruyendo no se borra la historia. Nosotros lo que estamos planteando es una construcción de ciudadanía democrática, que es lo que plantea el presidente.”, analiza Carlos Andújar.
“¿Los monumentos que se construyeron aquí en la era de Trujillo, como el monumento a Trujillo en Santiago, qué vamos a hacer? ¿Lo vamos a destruir? No. Se resignifica el monumento. Se le da otra connotación y otro significado. Pero ahí está la obra. El obelisco, el macho y el llamado hembra, son monumentos que pertenecen al pueblo dominicano.”
Incluso el Consejo Internacional de Museos se ha pronunciado en contra, afirmando que los espacios asociados a la opresión no deben glorificarse ni siquiera como museos.
“Tenemos la responsabilidad ética de no honrar, incluso tangencialmente, espacios asociados con represión y la negación masiva de dignidad humana.”
Todavía las autoridades no definen qué se hará con las propiedades de Trujillo, confiscadas en 1961, mientras el tiempo y el abandono siguen devorando lo poco que queda de ellas.
