El ajedrez de Abinader
En definitiva, la jugada del presidente Abinader reconfiguró el tablero de la discusión pública, pero su eficacia dependerá de algo más que un anuncio sorpresivo: necesita sostenerse con hechos, documentos y diálogo. Porque en el ajedrez de la política, las mejores aperturas pueden desmoronarse si no se piensa en el final. Y en este caso, el jaque mate no lo da el poder, sino la confianza ciudadana.
Actualizado: 30 de Julio, 2025, 01:24 AM
Publicado: 22 de Julio, 2025, 08:40 AM
En el tablero de la opinión pública, los movimientos no se hacen con torres ni alfiles, sino con palabras, decisiones y tiempos. La reciente protesta por la supuesta amenaza al Jardín Botánico —materializada en una cadena humana con eco mediático— fue un movimiento audaz del activismo ambiental. Sin embargo, lo que parecía un golpe certero al Gobierno fue respondido por el presidente Luis Abinader con una jugada que transformó el escenario: no solo negó la amenaza, sino que anunció la ampliación del parque en 20,000 metros cuadrados.
En ajedrez, el movimiento e4 representa la apertura clásica: firme, directa, buscando controlar el centro. Así fue la protesta. Una jugada pensada para captar atención, poner al gobierno contra las cuerdas y consolidar una narrativa de defensa del medioambiente frente al supuesto atropello de una obra vial. Era una jugada pública, emocional y simbólicamente fuerte.
Pero el presidente respondió con su propio e5: un movimiento espejo, que neutraliza y reclama el mismo terreno. Abinader no solo negó el daño, sino que lo convirtió en beneficio. Al agregar territorio al Jardín Botánico, reposicionó su imagen como defensor de la naturaleza, desarmando el argumento central de la protesta.
Este movimiento no nada más una defensa, constituyó una inversión narrativa. Como en ajedrez, donde no siempre gana quien ataca primero, sino quien piensa más allá de la inmediatez. Con este movimiento, Abinader desarrolló una pieza clave: el control del relato.
En comunicación de crisis, eso equivale a recuperar la iniciativa. El presidente no reaccionó con enojo ni con desprecio, sino con un anuncio que cambió el eje del debate. ¿El resultado? La protesta perdió empuje mediático y parte de su legitimidad. La narrativa giró del “Gobierno amenaza” al “Gobierno amplía y protege”.
Pero todo ajedrecista sabe que conquistar el centro no basta. Hay que defenderlo. Aquí entra el desafío más profundo: la transparencia. La respuesta presidencial fue efectiva, pero para que esa jugada se sostenga y no sea vista como un simple ardid táctico, es indispensable:
- Explicar con detalle la obra vial y su trazado.
- Publicar los estudios de impacto ambiental.
- Involucrar a la ciudadanía en el seguimiento del proyecto.
De lo contrario, el relato puede resquebrajarse y aparecerá la sospecha borgeana: ¿Qué dios detrás de dios la trama empieza? Es decir, ¿qué intención no dicha hay detrás de lo que parece una jugada noble?
Una jugada brillante puede decidir una partida, pero una estrategia sostenida decide un campeonato. La ampliación del Jardín Botánico puede ser percibida como una respuesta genuina o como una maniobra si no se acompaña de información abierta y participación ciudadana.
En la política, como en el ajedrez, el poder de una jugada no está solo en el movimiento, sino en lo que lo rodea: el momento, el contexto, la percepción del oponente y del público.
La jugada de Abinader fue, en efecto, maestra. Pero como toda partida bien jugada, debe continuar con inteligencia, visión y apertura. Si el Gobierno logra mantener el centro —informar, convencer, dialogar—, la narrativa no solo será suya, será legítima. Y entonces sí podrá decir que no solo hizo una buena jugada… sino que ganó el juego con transparencia.
